La televisión abierta argentina tiene dos programas “de literatura” y los dos se emiten por la TV pública en horarios imposibles (entre 8 y 10 de la mañana de los sábados). No abro juicio de valor sobre ellos, pero son los únicos. La TV privada, puro Tinelli y programas conventilleros.
El “fútbol para todos” ocupa, mientras tanto, gran parte de la programación estatal y privada, y desplaza a otros programas, cuando su emisión coincide con los horarios de los partidos. Los políticos de todo pelaje se llenan la boca hablando de algo que les importa bien poco: la cultura. Mientras tanto, la escuela secundaria no capacita para acceder a la universidad sino para planificar los “viajes de egresados”, gran negocio de las agencias de viajes y zanahoria de burrez absoluta puesta ante los ojos de quienes deberían capacitarse para seguir estudiando.
La llamada “clase dirigente” se frota las manos. El futuro –si hay futuro- no es del pueblo. Es de ellos.
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