Manuel Fraga Iribarne
Cuando un fascista muere de viejo se oculta el sol en el lugar exacto de su entierro. Callan los pájaros y se detiene la brisa, el mundo en ese instante se queda sin aire. Enmudece tu guitarra, poeta combatiente, y se borran súbitamente las páginas heroicas de tu historia.
Cuando un fascista muere de viejo trepan a sus astas las banderas del atropello a la dignidad de hombres y mujeres que pelearon por justicia y libertad. Arde el reseco odio de tantos fascistas que lo lloran y saludan, crepitan las páginas del ocultamiento y la mentira, resucitan los asesinos de esperanzas, echan a volar las campanas de la impiedad y el hastío.
Cuando un fascista muere de viejo y el ama de llaves del infierno prepara las cobijas que arropen su putrefacción, algo ha fracasado.
Cuando un fascista muere de viejo nos miramos al espejo y ya no nos reflejamos: nos vemos tal cual fuimos.
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