miércoles, enero 11, 2012

EN VIAJE (lunes 9 de enero, por la tarde)


Viaje diurno en bondi a Buenos Aires.
En un asiento cercano, una mujer habla por su celular: “Estoy viajando, es terrible, un camión destrozó a Enrique, pobrecito, lo despedazó”. Mi primera reacción –defensiva: “Esa costumbre de bautizar mascotas con nombres de humanos”.
Mierda de mascota, es el hijo.
“Está en la morgue, quiero verlo apenas llegue, no me importa la hora, llego a las doce de la noche, no puedo esperar, no quiero esperar, quiero verlo”. Y así, varios llamados. Entre llamado y llamado, la mujer mira por la ventanilla el desolado paisaje de los campos castigados por la sequía. Afuera, más de 40 grados y un viento norte huracanado. En el bondi, aire acondicionado, cierta penumbra. Un flaco, a mi lado, sigue con su pie derecho el ritmo de la banda que le suena en los auriculares, consulta su bluetooth, responde mensajes de texto.
“A las doce”, repite la mujer, ahogándose en pequeñas lágrimas de desasosiego, espiando la peli que han puesto en los monitores, “llego a las doce, váyanme a buscar”.
El flaco a mi lado tamborilea con los dedos de su diestra, envía y responde sms, la peli está hablada en inglés pero sin subtítulos, un chofer al volante remontando las largas rectas de la autopista y el otro durmiendo en el fondo.
A las doce, dice que llega. 
A dónde y para qué, me pregunto mientras en la peli matan gente sin traducirla.

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