Aunque no creas en "el niñito", creé en los pibes. Los abandonados, los maltratados, los que viven en la calle porque el infierno está en sus casas, si las hay.
No esperes a que el mundo cambie, si vas a darles una mano, juguetes, comida, afecto. El mundo no va a cambiar, el mundo se está agusanando desde hace siglos y aunque hayas decidido hacer una revolución, enterate de que va a fracasar. El que no va a fracasar sos vos si apartás por un rato esa mirada rebelde o autocompasiva de tu ombligo y abrazás al otro, al que no puede, no porque no tenga brazos sino porque no le enseñaron a tenderlos.
Dale, jugate en serio, dejá esta noche al ego en el armario.
Jugá -por un rato, por lo que dure- a que no es tarde, a que todo recién empieza y es posible.
Pensá que en los otros también estás vos.
Subite a esa bici, la del Ángel de León Gieco o la Blanca de Ferrer y Piazzola o la tuya, si de verdad es ésa que pensamos.
Abrí todas las puertas y encendé todas las luces de la noche de esta noche y salí a pedalear hasta que el último adiós esté marchito.
Volvete inolvidable.
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