No hay otras formas de decir
te quiero que las que me enseñaste.
No hay manera alguna de
prometer amor eterno que haber estado a tu lado.
No hay amaneceres que
comulguen con la última noche parecidos al que nos encontró abrazados.
No hay otros caminos que
lleven a ninguna parte capaces de despertar la necesidad de recorrerlos como
seguir el rastro y la cadencia de tu andar yéndote de mí, cerrar los ojos y al
abrirlos ya no verte.
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