martes, febrero 12, 2013

FIN DE CORSO


Después del paso de las carrozas, los tragafuegos, saltimbanquis y bufones travestidos, el hombre solo que se había refugiado en el humo de su pasado apartó de un manotazo las últimas nieblas.
Miró una vez desde su ventana la calle ya vacía y sucia, una ráfaga de viento desnudó las pleitesías de ésa, su última noche, arrancándole con su garra helada el vestido inútilmente blanco con que se había disfrazado de su primera novia.
Se baleó la cabeza un par de veces, como a quien le cuesta convencerse.

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