domingo, agosto 12, 2012

ES HORA DE QUE LEAS A GIUFFRÉ


Hay libros que uno abre como a una suerte de arcón cuyo contenido ignora pero que despierta tu curiosidad, aunque sepas que no atañe a nada contemporáneo que de algún modo pueda rozarte. Y a lo mejor ahí empieza el malentendido, en creer que no es contemporánea una historia que transcurre hace dos siglos, en la Buenos Aires aldeana de comienzos del siglo 19, puerto de un río barroso y de navegación imposible, capital de un virreinato que ensayaba clandestinamente sus primeras muecas de independencia.
A poco de empezar a leer esta novela, empezás a percibir que su trama y sus personajes no son arcaicos, que nada de lo que se cuenta allí ha envejecido, que su anécdota está en las antípodas de cualquier grandilocuencia historicista.
Tampoco aspira “El peso de la verdad”, de Mercedes Giuffré, a explicar la actualidad contando anécdotas del pasado. No es una fábula moral ni un artilugio para demostrarte que lo que hoy te sirven en bandeja es comida recalentada cuya cocción original cumplió hace poco doscientos años.
Lo bueno de una novela es que no pretenda ser más ni menos que eso, una novela. Y Giuffré lo logra con los recursos de una notable novelista: sencillez de estilo –en tiempos en que algunos compiten con Faulkner y lo declaran a la prensa- para contar las peripecias de un médico británico, Samuel Redhead, afincado en la aldea porteña desde poco antes del año en que transcurre la acción -1806-.
Redhead comparte con la medicina el ejercicio de una vocación detectivesca que lo emparenta con Holmes. Asistido por su ayudante Juanito, un Watson adolescente y criollo, se embarca en el esclarecimiento de una muerte dudosa.
El trabajo previo de Giuffré para darle a su historia un marco de verosimilitud temporal ha sido arduo, minucioso, un registro de costumbres, modas, paisaje y hasta fragancias y olores, en una aldea de ultramar que ya entonces despuntaba su ambición de erigirse en ombligo de esta parte del mundo.
Esa ambientación toma un rol tan protagónico como el de la propia historia, define los caracteres y anticipa con toques de una prosa sutil, delicada, los pasos de los personajes, los diálogos y silencios.
La pequeña ciudad al sur del continente está a punto de ser invadida por una escuadra de soldados ingleses, al mando del general William Beresford. Los juegos de poder en la vieja Europa han tomado a esta región del mundo como a otro tablero del ajedrez imperial.
Un inesperado visitante llega a Buenos Aires desde lejos y desde el pasado, abriendo un surco de zozobra en la vida apacible de una familia porteña. La temprana y sospechosa muerte del forastero inaugura la búsqueda, por parte de Redhead, de una verdad cuyo peso contamina la rutina y entreabre las puertas a una intriga que, como en toda buena novela policial, sostiene el interés del lector hasta la última página.
Armada sobre un crescendo dramático sin sobresaltos efectistas, la novela de Giuffré nos impregna página a página con las sensaciones, los climas cambiantes y el suspenso en su justo equilibrio, internándonos casi sin que se note en una vidas al borde de definiciones cruciales y en una circunstancia histórica que, en las páginas finales de la novela, abre las ventanas a un sólido, atrapante desenlace. 
Las vísperas, la invasión, el establecimiento de las fuerzas de ocupación británicas y su derrota a manos de improvisadas fuerzas patriotas son la “música de fondo” en el entrecruzamiento de historias personales que parecieran desarrollarse lejos de los hechos políticos y militares, pero que en los capítulos finales se instala en el primer plano de la novela con toda su trágica potencia.
Giuffré maneja una trama compleja, generosa en personajes. Sin abandonar a nadie a su suerte, se hace cargo de todos los destinos.
Claro que sin la omnipotencia de los dioses sino con firmeza y talento de narradora.

"El peso de la verdad", Edebé, 380 páginas
Con "Deuda de sangre" y "El carro de la muerte", 
conforma una trilogía protagonizada por Samuel Redhead

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